HACERSE HOMBRES
Por Silvia Bleichmar
Texto extractado del libro "Paradojas de la Sexualidad Masculina", Editorial Paidós.
El varón no nace tal, sino que según la autora de este texto se forja en ritos de iniciación que, aunque tácitos, existen también en nuestra cultura; en ese marco, ciertos fantasmas masculinos, calificables como "homosexuales", son algo muy distinto.
La presencia real del pene y la teoría consiguiente acerca de la angustia de castración han asentado la idea de que el varón nace como tal, se desarrolla en esa dirección y su conflicto central estriba en la posibilidad de pérdida del órgano portador de la masculinidad y en lo que esto acarrea de desmedro narcisístico. Se trata de explorar no sólo los organizadores que podemos considerar de género respecto de los valores de la masculinidad, sino también la constitución misma de la masculinidad, tanto en su función social como en el carácter que asume en la relación adulta entre los sexos.
La recurrencia de esta cuestión en las diversas culturas se expresa en las pruebas que los jóvenes deben cruzar con objeto de llegar a "hacerse hombres". Y más allá de que en nuestra sociedad esto se haya desritualizado en parte, sigue teniendo vigencia. En la cultura judía, el bar mitzvah, aunque ahora se ha extendido a las mujeres pese a que algunos religiosos todavía se rehúsen?, constituyó originalmente un rito de pasaje: el abandono de la comunidad de mujeres para ingresar en la de hombres, al punto de que cuando se debe portar un muerto se requiere un número determinado de hombres que lleven el féretro, y se considera hombre a todo aquel que siendo de sexo masculino haya atravesado el Bar Mitzvah.
Existe una diferencia importante entre aquellos elementos que aluden a la asunción de roles, en el sentido tradicional con el cual los estudios de género han determinado los rasgos que la cultura impone para la asunción de la identidad, y las formas de producción de fantasmas que la sexuación determina respecto del despliegue masculino-femenino en los modos de ejercicio del placer. Se puede ser un hombre judío y ejercer la masculinidad sin haber atravesado la ceremonia del Bar Mitzvah, pero no se puede, ser un hombre sambia sin pasar por los rituales que lo instituyen como tal.
La presencia real del pene y la teoría consiguiente acerca de la angustia de castración han asentado la idea de que el varón nace como tal, se desarrolla en esa dirección y su conflicto central estriba en la posibilidad de pérdida del órgano portador de la masculinidad y en lo que esto acarrea de desmedro narcisístico. Se trata de explorar no sólo los organizadores que podemos considerar de género respecto de los valores de la masculinidad, sino también la constitución misma de la masculinidad, tanto en su función social como en el carácter que asume en la relación adulta entre los sexos.
La recurrencia de esta cuestión en las diversas culturas se expresa en las pruebas que los jóvenes deben cruzar con objeto de llegar a "hacerse hombres". Y más allá de que en nuestra sociedad esto se haya desritualizado en parte, sigue teniendo vigencia. En la cultura judía, el bar mitzvah, aunque ahora se ha extendido a las mujeres pese a que algunos religiosos todavía se rehúsen?, constituyó originalmente un rito de pasaje: el abandono de la comunidad de mujeres para ingresar en la de hombres, al punto de que cuando se debe portar un muerto se requiere un número determinado de hombres que lleven el féretro, y se considera hombre a todo aquel que siendo de sexo masculino haya atravesado el Bar Mitzvah.
Existe una diferencia importante entre aquellos elementos que aluden a la asunción de roles, en el sentido tradicional con el cual los estudios de género han determinado los rasgos que la cultura impone para la asunción de la identidad, y las formas de producción de fantasmas que la sexuación determina respecto del despliegue masculino-femenino en los modos de ejercicio del placer. Se puede ser un hombre judío y ejercer la masculinidad sin haber atravesado la ceremonia del Bar Mitzvah, pero no se puede, ser un hombre sambia sin pasar por los rituales que lo instituyen como tal.
Comentarios
Creo que la cosa no es hacerse hombres, sino hacerse humanos en la interacción íntima con otro ser.
Muy buena película.
Cynthia Lineros